NOEL
INDIO |
A
Gilda Péndola
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Madre
sin aguinaldo
ni grande ni menuda,
soñando a medianoche,
doy mi niño desnudo.
En
aire de los Andes
y en el rastrojo crudo,
mi único don voy dando
a mi niño desnudo.
No
hay viento de la Puna
que silbe tan agudo,
como silba llamándote
el tu niño desnudo.
Mi
Dios ve toda carne,
y a mi Señor ayudo
dándole en noche santa
a mi niño desnudo.
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