NOCTURNO VII (1)


A la hora duodécima
la hora del fino aliento,
pasan silbidos de señales
para cita que no conozco,
pasan en lanas rotas
los... pensamientos. (2)
Pasan, pasan lentas,
arrastradas y sin acento,
pasan quejidos como de niños
y que son de hombres de gran pecho;
pasan en ráfaga caliente
los áridos remordimientos;
pasan aromas de los amantes
en un resuello... y denso, (3)
y cabellos de vagabundos,
de marinos y de mineros,
cabellos con olor de sal
de cuerdas y de establos viejos.

Pasa como lianas y musgos
pasa la flora de los sueños,
tan baja que tocan mi cara
algas y helechos estupendos.

Pasa la fauna de las fiebres
a ras de mí y a ras del suelo,
chacalillos con ojos rojos,
con salamandras en los cuellos
y cobras de badanas vivas
enredando patas de ciervos.

Pasan las cabelleras vivas
de las pobres mujeres muertas
buscando encontrar amantes
y mojarse de nuevos besos.
Pasan locas tribulaciones,
perros negros de aliento seco,
hambres de pan y de mujer
y las hambres del Dios secreto.
Pasan como turbas antiguas
y pasan sin ululamiento.

Pecho dado a la medianoche,
cara ofrecida a mi desvelo,
tactos recibe de la lechuza,
vahos de géiseres secretos,
caldos de llanto inacabable.

Noche de blanco soberano
en que la luna pavonea,
embaucadora de diamante,
embaucadora de la tierra.

Mejor dormir como Rebeca
y como Sara, y sus abuelos,
bajo hojas de palmeras o vigas
de cedro encima de su sueño.
Gruesa sangre que dé el sopor,
duro oído para el silencio,
tranquila como las praderas
y grasa como los becerros...

 

Notas

(1) Gabriela Mistral dio su aprobación al texto.

(2) "los... pensamientos". Verso inconcluso en el original.

(3) "en un resuello... y denso,". Verso inconcluso en el original.