PADRE VEEDOR (1)


Padre veedor, padre amoroso,
guárdala, guárdala, guárdala, guárdala,
de sanguinoso horizonte,
de nieve que besa y mata,
de neblina que torna y ciega
y de las playas ensalmueradas,
y del espíritu que va en el viento
aullando oscuras palabras.

Señor dueño de los caminos
de greda roja y greda pálida,
que la marcha haces aérea
y liberas nuestras plantas
del filo de cuarzos crueles
y de huella ensangrentada
y el paso vuelves alácrito
o lento como la balada,
dale el ritmo del llanto lento
o el de la vicuña cauta.

Padre sin dueño como los mares
lleno de silencio o de hablas:
afina, afina, su oreja de ave,
para la lenta sierpe ondulada.

Padre secreto como la mina
como el nido o como la valva:
óyele el paso cuando le falle
o le mengüe como la lágrima.

De cuanto hiciste que alienta y corre
por serranías y por llanadas
se le parecen la golondrina
la codorniz y la venada,
la rama dulce de la mimbrera
y la gaviota sobre la oleada. (2)

Mídele viento, sol, arena
y desvíale la tornada,
y la rama del pino abájale
cuando en ella la alondra canta.

Va caminando los tres senderos,
el del aire, la arena, el agua,
el invisible del Destino
y el inaudible de la Gracia.

Dale el vuelo de la gaviota,
dale una mar jesucristiana,
un corro de estrellas amantes
y la canción que la lleva embriagada.

Aunque tus ojos la conocen,
te la digo por acercártela:
ojos ha sido para una ciega,
desvelo para una desvelada,
oído alerta para el grito
que suena en noche de tornada. (3)

 

Notas

(1) Gabriela Mistral dio su aprobación al texto.

(2) "y la gaviota sobre la oleada", "y la gaviota en la venteada".

(3) "que suena en noche de tornada", "que se oye en noche de tornada".