LA REMEMBRANZA (1)


Desde que me recuerdo en esta carne
y esta caña de sangre, yo te busco
y desvariada voy por la memoria
que no me deja nunca y que, de aguda,
la vigilia y el sueño me alancea.

Y cuando se derrumba esa memoria,
como el ciervo alcanzado me desangro
y valgo menos, tirada en el polvo,
que el carrizo o la larva pisoteada,*
y vuelvo a ser la Hija que no sabe
el rumbo del Hogar y no recibe
en cada noche hostil su derrotero.

O soy la niebla de rodillas rotas
gateando por dunas que no aúpan,
burla del caminante o del cabrero,
o me siento racimo desgajado
que, sin vendimia, cayó de la cepa.

Como una isla cortada por tajo
y que nos lleva consigo, recobro
a veces un país que ya me tuvo
sin veleidad de locas estaciones
*y el día no llamado que regreso,
y la bandada como de albatroses
de mis muertos me encuentra y reconoce
y toma y lleva en río poderoso.

Digo, les digo: llevadme, llevadme,
al eterno, al país sin estaciones
y no desmayan plegaria ni canto
y me aguardan sin olvido y mengua.

¡A qué la rueda de las estaciones,
a qué la vana lentitud del año
con su torpe ración de noche y día,
la raya mentirosa de la ruta
y el sol devuelto que nada devuelve
ni la voz reidora de la madre
ni el perfil dolorido de la hermana!

Me acuerdo, sí, cuando el día y la hora
benditos son y todo lo devuelven.
No pesan ni la sangre ni el sentido;
nombre no tengo, edad, caña adamita,
y cuento con nudillos de indio quechua
lo que resta de noche y cautiverio.

Y de pronto se rompe la memoria
como cristal infiel de jarro herido.
Y es otra vez el costado en la peña
que sangra sin encía, y muda mata.
Y es mi ancha aventura arrebatada
como por fraude, befa o mofa oscura,
y el yacer en la arena innumerable,
al duro sol, con dogal de horizonte,
redoblados la sed y el desvarío.

No me retires este corto vaho,
este harapo, esta brizna de memoria
incierta que se allega y se rehúye,
silbo tuyo que se hace y se deshace,
palabra que se allega y nada dice
*o se deshace dejándome sílabas
que quedo balbuceando sin sentido
o que voy repitiendo, como el loco.

Memoria, quiero ahora, más memoria
para pasar el vago y corto sueño,
a un soñar poderoso que la sangre
no pueda sacudir, al sueño denso
que no partan el grito ni la flecha.
¡No más volver como el ciervo o el gamo
que regresan al Valle de su leche!


Notas

(1) Gabriela dio su aprobación al texto.