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TODAS
ÍBAMOS A SER REINAS*
Todas
íbamos a ser reinas, En
el valle de Elqui, ceñido Lo
decíamos embriagadas, Con
las trenzas de los siete años, De
los cuatro reinos, decíamos, Cuatro
esposos desposarían, Y
de ser grandes nuestros reinos, Y
de tener todos los frutos, Todas
íbamos a ser reinas, Rosalía
besó marino Soledad
crió siete hermanos En
las viñas de Montegrande, Efigenia
cruzó extranjero Y
Lucila, que hablaba a río, En
las nubes contó diez hijos Pero
en el valle de Elqui, donde -"En
la tierra seremos reinas,
Nota * "TODAS ÍBAMOS A SER REINAS" Esta imaginería tropical vivida en un valle caliente, aunque sea cordillerano, tenía su razón de ser. El hacendado don Adolfo Iribarren -Dios le dé bellas visiones en el cielo-, por una fantasía rara de hallar en hombre de sangre vasca, se había creado, en su casa de Montegrande, casi un parque medio botánico y zoológico. Allí me había yo de conocer el ciervo y la gacela, el pavo real, el faisán y muchos árboles exóticos, entre ellos el flamboyán de Puerto Rico, que él llamaba por su nombre verdadero de "árbol del fuego" y que de veras ardía en el florecer, no menos que la hoguera. No bautizan con Ifigenia sino con Efigenia, en mis cerros de Elqui. A esto lo llaman disimilación los filólogos, y es operación que hace el pueblo, la mejor criatura verbal que Dios crió, quien avienta el vocablo de pronunciación forzada y pedante, por holgura de la lengua y agrado del oído. |